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Aqui, algumas fotos da festa de encerramento, no Bar do Binho:
A FLAP não termina, dá um tempo (& agradecimentos)
“A FLAP! nunca se encerra. Apenas se desfaz para que cada um que participou carregue consigo um pedacinho de tudo – que, como todos os talismãs de contos fantásticos, o pedacito possui magia e pode sempre florescer numa FLAP! inteira outra vez.
Então, mais bem que um encerramento, temos uma apoteose.” [Ana Rüsche, em 2008]
Em 2010, neste aniversário de 5 anos, não poderia ser diferente. O Sarau do Binho te espera (às 20 h) para comemorarmos. Um festival tão especial só poderia contar com participantes, colaboradores e convidados especiais. Cada um de vocês nos ajudou a dar o brilho e a cara da 6ª edição da FLAP!
Em breve, postaremos o registro dos debates, outras fotos, material de imprensa e tudo o mais que possa agradar aos curiosos e amantes desse festival cheio de humanidade – que sempre se renova e experimenta formatos – que sempre aceita a dinâmica dos mais variados tipos de pensamento, personalidade etc. para criar uma história subterrânea tão importante para a literatura em cena.
Conseguimos criar um panorama da produção da América Latina: com autores de várias idades, lugares, visões de mundo.
Enquanto não publicamos o resultado de nosso formato experimental de debater (em que não há hierarquia alguma, e todos ficam livres para perguntar, expor suas ideias, formando juntos uma reflexão), vocês podem ler os textos e assistir aos vídeos postados no SARAU NA WEB.
Independente do formato e da equipe (diferentes a cada ano), que nossa proposta continue a promover encontros e novas realizações!
Maiara Gouveia assina o texto. Mas tantos outros cabem aqui, além da nossa equipe, que é melhor deixar o espaço aberto.
Aqui, VOCÊ pode enxergar seu nome, se fechar bem os olhos.
Até a próxima!
Depois, festa de fechamento, no Bar do Binho.
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maizinha
Sangre, de Lorena Saucedo
Sangre
Mi madre, vestida aún de negro, me mira desde el centro de la habitación. Sus ojos, olvidados de sí mismos. Su rostro, incapaz de elaborar gestos.
Sobre el sofá yace un oso de peluche que le pertenecía a mi abuela. Pienso entonces en el cadáver de mi abuela, enorme y aún blando. Un objeto, ahora, imposible de explicar.
Dejé de ver a mi abuela hace más de diez años. Para llegar a su casa había que atravesar el desierto y ella siempre estaba de mal humor y tenía hambre.
De mi abuelo recuerdo que olía a alcohol y cebollas, le gustaban los juegos de palabras, y como perdió todo en la inundación del 56, no le quedó más que vivir sin apresurarse.
Mi abuela, en cambio, es una forma perdidiza, como aquellos papeles que insertamos entre las páginas de un libro y jamás volvemos a ver.
“¿Qué es la sangre?”, siento urgencia de preguntarle a mi madre quien odia responder preguntas. Pero las palabras se me quedan en la garganta, como una llama extinguida.
Mi madre, mujer que nunca ha sabido qué hacer con sus manos, se sienta en el sofá y acaricia el muñeco distraídamente. Sus dedos, buscando entre el peluche los fantasmas del tacto de mi abuela.
Dos poemas de Cecilia Eraso
el silencio es salud
obligación de hacer silencio, por el propio bien
silencio, como en tardes ronronean las palomas
en eneros
sofocantes
de interiores de países
y los abedules cosquillean con su ramas a los astros,
con sus hebras de tapices destejiéndose en los años
suavecitos;
consecuencia de la pauta de los ritmos regulares
de a cientos aspersores crecen con los pastos,
y algo del olor de las piedritas deslucidas cuando el agua
se retira y algo
del olor que se despide de ese barro enemistado
con la idea de desvanecerse;
Sol nascente, de Ricardo Mainieri
Ikebana de versos
em arranjo delicado
Sutileza de sabores
olores de cerejeira
Quase bonsai…
América*, de Rocío Cerón
Se llamaban Krusevac, ahora Cruz. Los edificios transpiraban. Era una isla o un monte cubierto por chozas. Cosa de hombres. Las mujeres guardaban papas, construían el mundo. Cosa de tiento insulso, se pensaba. Paisajes de tonada suave con acordeón de fondo. Astucia. Proa que acumula sal. Toma mi brazo, corta el ligamento: necesito dejar el gusto por el ajvar. Callaron las aves a su paso. Remo. En el fondo, los peces intuían. Algunos fosos guardan familias enteras. Pero ellas son salvas. Todas las lenguas de Europa desaparecieron. Tierra. El dulce de manzana no trae olor a clavo. Cada letra deletrea una estancia. Estas mujeres son mis madres. Desde ese día −América− la piel de mis mejillas es llanura.
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às 19 horas, é a vez de Aderaldo Luciano, Claudio Willer, Fabio Aristimunho, Greta Benitez e Nurit Kastelan discutirem Como derrubar muros entre o autor e o publico leitor
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